En Lázaro compartimos casa, compartimos mesa… y también compartimos vacaciones.
Porque si vivimos juntos todo el año, ¿cómo no íbamos a escaparnos juntos unos días?

Este finde largo, cogimos mochilas y buen humor, y nos fuimos el hogar de Madrid al completo a pasar unos días a Granada, concretamente a Villa Astrida. Una casa preciosa frente al mar, donde todo invitaba a desconectar del ruido y conectar entre nosotros.
Fueron cuatro días de convivencia real: de charlas sin prisa, de rezar juntos, de echarnos unas risas jugando, de compartir silencios, canciones, tareas, atardeceres y hasta algún bailoteo.
Porque en Lázaro no solo compartimos techo, compartimos vida.
Y salir juntos de casa también es una forma de cuidarnos, de conocernos mejor, de crear recuerdos que no se olvidan.
Hubo espacio para todo:
- Para recordar al Rey Balduino, que vivió allí y dejó huella.
- Para una caminata al amanecer que nos dejó sin aliento (y no solo por la cuesta).
- Para reflexionar, bailar, jugar, cantar y mirar el mar juntos.
Al final, lo importante no fue el plan, sino quiénes lo vivimos.
Y eso, una vez más, nos recordó por qué estamos aquí:
para convivir, para crecer, para ser familia.
Porque cuando hay cariño, el hogar se monta donde sea.