Por tercer año consecutivo, un grupo diverso de personas se reunió para recorrer los 100 kilómetros que separan Lugo de Santiago de Compostela. Este no fue solo un viaje físico, sino un viaje del alma, una oportunidad para forjar lazos, derribar estereotipos y caminar juntos hacia un entendimiento más profundo de nosotros mismos y de los demás.
Cada día en este Camino de Santiago 2024 fue una lección de vida. A medida que avanzábamos, el silencio de la naturaleza nos invitaba a la introspección, mientras que las conversaciones con nuestros compañeros de ruta nos enriquecían con nuevas perspectivas. El esfuerzo físico se mezcló con la reflexión, creando un espacio donde el apoyo mutuo se convirtió en la esencia del viaje.
Este año, como en los anteriores, no se trató solo de llegar a Santiago, sino de lo que descubrimos en el camino: nuestras fortalezas ocultas, la importancia de la comunidad y la belleza de caminar juntos hacia un objetivo común. Al final de cada jornada, los momentos de descanso y las conversaciones compartidas nos ofrecieron la oportunidad de profundizar en nuestras experiencias y fortalecer los lazos que habíamos creado.
Este tercer Camino solidario ha reafirmado que no hay mayor recompensa que la que encontramos en la compañía de quienes se convierten en familia durante el viaje. La llegada a Santiago fue un momento de júbilo y agradecimiento, marcando el cierre de una semana que quedará en la memoria de todos como un testimonio de transformación y encuentro.