He vuelto a ver a mi hijo y he firmado un contrato fijo

Me llamo Lionel, tengo 52 años. Soy cocinero, pastelero y… fan de Johnny Hallyday. Después de mi divorcio dejé la casa familiar y encontré un pequeño piso. Cuando pedí a mi jefe que me redujera los horarios para poder ver a mis hijos, me dijo que entonces mejor me fuera. Así que lo dejé todo y me fui de vacaciones a Toulouse, a un AirBnB.

Muy pronto me quedé en la calle porque ya no tenía dinero. Me instalé en la plaza Matabiau con otros compañeros sin hogar. Iba al Secours Catholique durante el día para ducharme y comer. Fue allí donde conocí a Andrew, que me habló de Lázaro, donde él mismo había vivido en tiempos difíciles. Pocos días después llegaba yo también al hogar Lázaro.


Aquí he creado amistades muy bonitas

Aquí he creado amistades muy bonitas, especialmente con Dom, que a veces me deja meterme en la cocina (tenemos la misma pasión). También con Laure y François, la familia responsable, que siempre está ahí para mí. Y luego está Lucie, su hija pequeña. Ah… ¡Lucie! Es mi gran amiga, es adorable. Da mucha alegría tener niños cerca, contagian vida. Estuve separado de mis hijos dos años, y fue Dom, con su franqueza, quien me dijo que tenía que espabilar.

Un día Albert, uno de mis compañeros de piso, iba a recoger una moto en Dordoña y nos propuso acompañarle. Pensé que era el momento ideal para volver a contactar a mi hijo, que vive por la zona. Aceptó verme. Cuando llegó el gran día, estaba tan nervioso que no podía comer, fumaba un cigarro tras otro y caminaba de un lado a otro. Llegaban con retraso; de pronto lo vi a lo lejos y dije a mis compañeros: «Ese de ahí… ¡ese es mi hijo!». Me dijo: «Hola, papá». Y de golpe se me quitó toda la presión. Pudimos pedirnos perdón, contarnos todo. Mi hija no estaba, pero espero que llegue el momento… Desde entonces mi hijo me llama todos los días, pregunta cómo va mi vida en el piso… Quiere buscarme soluciones en Dordoña, pero yo estoy demasiado bien en Lázaro. Me prometió que vendría a visitarme. Llevo tatuados a mis dos hijos en el brazo: son de verdad mi propia carne.

Lionel y Albert, su compi de piso

En el otro brazo llevo a Johnny, del que soy fan desde que lo vi en concierto en el Palais des Sports con 10 años. Fui vice-secretario de su club de fans, y mi hija se llama Laura en homenaje a él. Al principio, cuando conocí a mi mujer, tuve que elegir entre Johnny y ella, porque tenía pósters hasta en los baños. La elegí a ella. Cuando tienes un problema en la vida, escuchas una canción y te levanta el ánimo. Sé que un día Laura (mi hija) vendrá a llamar a la puerta, pero por favor avisadme antes… ¡no vaya a ser que me dé un infarto!

El otro día mi compañero Marin fue a comprar al supermercado Casino y vio un anuncio: “Se busca pastelero en contrato temporal con posibilidad de fijo”. François y Baptiste me ayudaron a preparar el CV y la carta de motivación. Me convocaron a una entrevista, algo que no había hecho en 15 años. Estaba muy nervioso, pero François me había preparado bien. La directora me ofreció un café para tranquilizarme. Esa noche no pude cenar de los nervios esperando la respuesta. Me llamaron dos días después para decirme que empezaba el lunes siguiente a las 5h. Firmé mi contrato fijo: ni siquiera hice un mes de prueba. La directora me dijo que era un récord en la empresa. Todos mis compañeros son fans de Johnny, y me encanta la vida que tengo aquí.

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